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Unos días por Pineta (III): Barranco Viandico

Llevamos cuatro días sin parar y el quinto no podía ser menos! Son las tantas de la mañana, como de costumbre y para no variar. No es que no oigamos el despertador, no! Es que lo paramos mil veces. Esto no es serio, así no hay quien se levante pronto para hacer las cosas con tiempo y sin prisas.
Echamos un ojo por la cremallera de la tienda y parece que el día se ha vuelto a levantar revuelto. Las nubes continúan rondando por encima del Perdido y se ven con ganas de presentar batalla. Desayunamos con la calma y echamos un ojo a la previsión...lluvias por la tarde! Menuda semana hemos elegido. Por suerte ayer, haciendo el barranco Lugar y el Escuain, el sol nos acompañó todo el recorrido y pudimos hacer los descensos sin ningún problema.
Pero por la noche, después de cenar en el Restaurante O'Cado de Puyarruego (restaurante muy muy recomendable, de esos con encanto, con una terraza con vistas al Perdido y donde se come de lujo por 15 euros) nos cayó tanta agua que tuvimos que parar el coche mientras volviamos al Camping de Pineta.
Desechamos la idea de hacer la Faja de las Flores por la hora y la previ y nos decidimos por otro barranco, en este caso el Viandico, relativamente cerca.

FICHA DEL BARRANCO

Longiud: 1500m.
Desnivel: 120m.
Aproximación: 45 minutos con 1 coche, 10 minutos con 2 coches.
Descenso: 2 horas.
Retorno: 10 minutos
Rapel más largo: 10 m.

APROXIMACIÓN

Desde el camping de Pineta ponemos rumbo a Escalona donde tomamos el desvío, justo en la rotonda de entrada al pueblo, hacia el Cañón de Añisclo por la HU-631. Es una carretera estrecha y en un estado algo lamentable que va empeorando a medida que nos adentramos en el cañón. Por fortuna el tráfico en el interior está regulado en un único sentido.
Mientras tanto el cielo se ha ido tapando lenta pero progresivamente y ahora al sol le cuesta traspasar la espesa maraña que las nubes han ido tejiendo. Cruzamos los dedos y esperamos que por lo menos no llueva y que se mantenga así.
Por fin llegamos al primero de los aparcamientos (San Urbez), una zona de gravilla habilitada justo en una fuerte curva de izquierdas. Dejar aquí el coche es quizás la mejor de las elecciones en caso de tener un sólo vehículo ya que el retorno del barranco finaliza justo en este punto. En caso de tener dos coches se puede dejar otro en la carretera, más arriba, junto al cartel de 'SERCUÉ'.
Si elegimos este como nuestro punto de partida deberemos salir con las mochilas a la espalda por un camino que sube justo al fondo del párquing. No es una fuerte subida pero si que es constante y acabaremos dando a la misma carretera HU-631, aunque nos habremos ahorrado tiempo. Se debe seguir por la carretera hasta el siguiente cruce (hay una zona a la derecha habilitada para dejar coches)  donde seguiremos hacia la población de Fanlo.
Pasadas varias curvas, a mano derecha veremos el cartel indicador que nos lleva a 'SERCUE' y un camino estrecho entre arbustos de boix que desciende hasta el cauce del río.
Al final la lluvia hizo acto de presencia y nos acompañó con un leve xirimiri durante toda la bajada acabando esta un puente viejo, de piedra, nos permitió cambiar de orilla y pudimos refugiarnos bajo unos techos de roca natural donde nos pusimos el neopreno resguardados.
Es aquí donde da comienzo el descenso del Viandico.

DESCENSO

Descendemos al cauce seco accediendo por el puente, a la izquierda, donde pasados unos metros nos encontramos una cuerda fija que nos facilita la entrada.
En nuestro caso esta primera parte estaba bastante seca, alguna charca fruto de las lluvias de estos días pero bastante intermitentes. Aun así, la lluvia, el color de las hojas secas sobre las piedras, el verde de los árboles...valió la pena hacer esta primera parte.
Progresamos a través de las rocas fácilmente y llegamos a un primer destrepe sencillo (la reseña marca rápel por la izquierda), en el fondo nos paramos a ver un tronco empotrado a la izquierda y al salir por la derecha nos llama la atención lo que parecen los restos de un coche.
Después de esto nos encontramos con un rápel, a la derecha de los bloques, por el que descendemos hasta el fondo de una marmita, ahora seca pero espectacular, donde aprovechamos para hacernos unos fotos.
Pocos metros más adelante, a nuestra izquierda, se abren las cuevas Sala Polit y frente a nosotros un caos de roca y un espectáculo de verde, naranja y gris. La naturaleza es capaz de crear verdaderas obras de arte. Los dos coincidimos en que ha sido un acierto descender este primer tramo.
Ahora las paredes parece que van a caer sobre nosotros pues el cauce se cierra durante unos metros para abrirse rápidamente.
Y de repente, como por arte de magia, el agua hace acto de presencia y las badinas rebosan hasta los bordes. Nos acercamos a mirar bajo unos bloques de piedra, justo en el limite con la zona seca, y podemos ver como de allí abajo surge el agua con fuerza y muy fría!
No recordaba el extraño color azul de este agua: denso, lechoso con cierta fluorescencia, casi espectral. Nos llueve con cierta insistencia pero únicamente nos damos cuenta porque las gotas que caen rompen la superficie cristalina de las badinas. Una ligera neblina sale del agua y se adentra entre los árboles, reptando entre el follaje. Nos sentimos transportados y durante un buen rato permanecemos allí, absorbiendo, reteniendo en nuestra memoria todo lo que vemos pues la atmósfera que nos rodea es casi de cuento.
En el primero de los saltos Míriam sale con los labios morados, el agua estaba helada y cuando le digo que tiene que repetir el salto porque la foto ha salido movida me quiere matar. Cuando me tiro a la poza entiendo porqué! Es como si te golpeasen con un mazo en la cabeza.
Seguimos avanzando entre badinas hasta encontrar un salto por la derecha a una gran poza. Lástima no llevar la cámara acuática para poder hacer mil fotos. Aun así nos las apañamos bastante bien con la que llevamos aunque tenemos que estar sacándola constantemente del bote estanco.
Poco después, pasados varios resaltes y destrepes, llegamos a una zona en la que el agua se precipita a una estrecha hendidura por la derecha, bajo un puente metálico por el que se accede al párquing de San Urbez. Tenemos espectadores que se nos quedan mirando como si pensaran que estamos locos. Tendrán razón?
Por la izquierda de la cascada, en unas terrazas de roca, se encuentra el rápel. Desde arriba nos parece un salto limpio y yo me decido a probarlo pero Míriam prefiere bajar por la cuerda. Miro como ella se instala el rápel y después salto.
Tenía ganas de hacerlo, la primera vez que vinimos a este barranco la poza tenía poca profundidad y ninguno lo probamos, de hecho, en esta ocasión, toco el fondo arenoso levemente.
Míriam baja que se las pela (aprende muy deprisa) y una vez juntos continuamos por unos estrechos haciendo algún que otro destrepe y pequeño salto. Esto se acaba, ya solo quedan unos metros. Llegamos a un gran bloque de piedra, el salto final!
Allí, después de la poza que se extiende por debajo de esta gran mole, paramos, comemos algo y hacemos memoria de lo que acabamos de hacer. Suerte que fuimos y que la lluvia no frenó nuestras ganas!.

RETORNO

Después de saltar varias veces desde el bloque de piedra nos quitamos el neopreno bajo el viejo molino de Aso, junto a los restos de lo que queda junto al río. Allí comenzaba una agradable ascensión por el margen derecho del cauce que nos llevó a través de un frondoso bosque y en poco menos de 10 minutos habíamos vuelto al párquing de San Urbez.
Pero como hubiese sido demasiado fácil que la cosa acabase aquí a mi se me había ocurrido dejar el coche en la zona de aparcamiento de más arriba, por lo de dejarlo en un punto intermedio y eso. La feliz idea fue la de decirle a Míriam que se quedase abajo, con las mochilas, mientras yo subía a por el coche y bajaba a por ella. Parecía una brillante decisión. Sólo se me olvidó tener en cuenta un pequeño detalle: LA CARRETERA ES DE SENTIDO ÚNICO!
Así que después de darme la paliza corriendo hasta el coche y darme cuenta, allí, de mi empanamiento tuve que volver de nuevo a por ella y rehacer todo el camino ahora con las mochilas a cuestas.
Aún nos estamos riendo! 
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Unos días por Pineta (I): Barranco Gloces

Ayer llegamos a Pineta a las tantas de la noche. Cenamos en el mismo Camping de Pineta y después nos pusimos a montar la tienda como pudimos, mas bien mal, bajo la luz tenue y dispersa del farol de gas.
No recuerdo la hora en la que nos fuimos a dormir, tarde seguro.
La verdad es que estábamos cansados entre el viaje y la parada en Montserrat para hacer la ferrata Teresina. Nos pillaba de camino y nos pareció una buena idea para empezar las vacaciones, no teníamos prisa en llegar!
Y como tampoco teníamos prisa por levantarnos no pusimos ni el despertador así que nos desperezamos bien avanzada la mañana. Por suerte el día amaneció despejado y pudimos disfrutar del desayuno bañados por el sol. Organizamos el campamento, hicimos cuatro retoques a la tienda y le dimos el visto bueno a lo que iba a ser nuestro hogar por unos días! Ahora sólo faltaba ponernos en marcha y dirigirnos al primero de nuestros objetivos: El barranco del Gloces.
La idea inicial no era hacerlo solo sino combinarlo con el barranco del Viandico, muy cerca el uno del otro y relativamente cortos, pero al final los planes se torcieron por culpa del tiempo y sólo pudimos hacer el primero.

FICHA DEL BARRANCO


Longiud: 800m
Desnivel: 120m
Aproximación: 15 minutos
Descenso: 1h
Retorno: 30minutos
Rapel más largo: 13 metros

APROXIMACIÓN

Desde el camping de Pineta ponemos rumbo a Escalona donde tomamos el desvío, justo en la rotonda de entrada al pueblo, hacia el Cañón de Añisclo por la HU-631. Seguimos por ella adentrándonos por el cañon, siempre en dirección al pueblo de Fanlo. Una vez llegamos al pueblo estacionamos el vehículo ya que la aproximación comienza aquí, por nuestra derecha, por un camino ancho de tierra en constante descenso hacia el cauce seco del río.
Nos pusimos los bañadores, las camisetas, escarpines y las Five Ten y cargados con las mochilas comenzamos a bajar el camino. No tiene pérdida. Un cartel de madera anunciando que el paso de vehículos está restringido (a nuestra izquierda) y una barrera metálica de color verde son perfectamente visibles desde la carretera.
Aunque llegamos a Fanlo con buen tiempo, mientras preparábamos el material se comenzó a nublar peligrosamente. Ya nos habían comentado en el camping la noche anterior que la previsión para toda la semana era de mal tiempo y lluvias por las tardes así que bajamos el tramo que nos separaba del lecho rocoso y seco del río a buen ritmo. Poco después de comenzar, nuestra izquierda, vemos un par de sendas, las que remontan desde el final del barranco.
Justo antes de llegar al fondo del valle, y también a la izquierda del camino, unas mojones de piedra señalan un pequeño atajo que se adentra entre los arbustos, llevándonos al inicio del barranco y al punto en el que hay que comenzar a ponerse el neopreno.

DESCENSO


Nada más empezar se nos puso a chispear un poco. Decidimos seguir porque el barranco es muy corto (no más de una hora) aunque eramos muy conscientes que si comenzaba a llover con ganas se nos podía complicar el asunto.
Llegamos al primero de los rápeles, el único obligado. La poza de recepción estaba bastante baja porque el caudal era poco intenso, lo que nos animó a seguir adelante pues seguía chispeando ahora algo más intensamente.
Montamos las cuerdas y Miriam bajó la primera. Lástima no haber traido la cámara acuática, los juegos de luces y sombras eran increibles e invitaban a apuntar con el objetivo a cualquier rincón! Una vez reunidos de nuevo en el fondo del barranco comenzamos a caminar entre estrechos pasillos y paredes que no parecían acabar nunca. Los siguientes resaltes los hicimos destrepando y casi sin darnos cuenta llegamos a la zona de oscuros.
Por encima de nosotros el cielo parecía romperse en mil pedazos y el estruendo de los truenos hacía retumbar las rocas de nuestro alrededor. Ahora el agua caía en cortina por las paredes arastrando con ella todo tipo de sedimentos.
Me giré y miré a Miriam para decirle: 'POR TU MADRE, CORRE!' A partir de ahí todo fue pasando muy rápido: Pasillos, destrepes, toboganes y algún que otro salto. No nos volvimos a parar a poner la cuerda, no había tiempo que perder.
Fue una pena tener que hacerlo tan rápido aunque el sonido de la tormenta, la tensión por una posible subida del agua, la humedad, la luz filtrada desde las alturas...el conjunto de todos los hechos individuales, la suma de todas la circunstancias, hizo de aquel momento algo irrepetible y único. Nuestro primer barranco juntos.
Casi sin darnos cuenta las paredes que nos mantenían atrapados en el interior del caudal se fueron abriendo para dar paso a una pequeña playa que marcaba el final del barranco.
Respiramos algo más traquilos. Ahora ya podía llover todo lo que le diese la gana.
No era el tipo de descenso que tenía en mente pero he de reconocer que acabó siendo infinitamente mejor: a Miriam le parecío mágica la combinación del barranco y la tormenta y no podía dejar de reir de ver mi cara, tenso como un palo de pensar en lo que se nos podía venir encima.
Pero bien está lo que bien acaba y allí estabamos ya quitándonos los neoprenos y con el camino de retorno a la vista. Lo que no sabía era si la 'rubia' se iba a reir tanto cuando viese lo que le esperaba! 

RETORNO

Por la izquierda del caudal una estrecha senda nos conduce muy rápidamente hacia los árboles y pronto se inclina para comenzar un duro ascenso. Aunque el camino no tiene pérdida deberemos ir levantando la mirada del suelo, en la medida de lo posible, para evitar las ramas, arbustos y ver algo más que no sean nuestros pies.
Pasados unos buenos 25 minutos llegaremos al camino principal, aquel por el que descendimos hasta el inicio del barranco. Ya no queda más que superar el último tramo que nos queda para llegar al coche.
Nos cambiamos y nos acercamos a un bar cercano a recuperar fuerzas. Bocata y cerveza para aplacar nuestra gula mientras contemplamos, sentados en la terraza, los restos de la tormenta que acababa de caer sobre nosotros. Silencio y quietud a veces rota por el bramido lejano de las nubes.
Nos hubiesemos quedado mucho más allí pero comenzaba a caer la tarde y aún teniamos el viaje de vuelta.
De camino paramos en un super de Bielsa a comprar algo y poder hacer así de cenar. Al final nos curramos unos macarronacos que estaban de vicio y lo acompañamos con una buena botella de vino que nos sentó de muerte!
Ya sólo nos quedaba perdernos entre las sábanas y dejarnos caer en brazos de Morpheo.
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