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Unos días por Pineta (I): Barranco Gloces

Ayer llegamos a Pineta a las tantas de la noche. Cenamos en el mismo Camping de Pineta y después nos pusimos a montar la tienda como pudimos, mas bien mal, bajo la luz tenue y dispersa del farol de gas.
No recuerdo la hora en la que nos fuimos a dormir, tarde seguro.
La verdad es que estábamos cansados entre el viaje y la parada en Montserrat para hacer la ferrata Teresina. Nos pillaba de camino y nos pareció una buena idea para empezar las vacaciones, no teníamos prisa en llegar!
Y como tampoco teníamos prisa por levantarnos no pusimos ni el despertador así que nos desperezamos bien avanzada la mañana. Por suerte el día amaneció despejado y pudimos disfrutar del desayuno bañados por el sol. Organizamos el campamento, hicimos cuatro retoques a la tienda y le dimos el visto bueno a lo que iba a ser nuestro hogar por unos días! Ahora sólo faltaba ponernos en marcha y dirigirnos al primero de nuestros objetivos: El barranco del Gloces.
La idea inicial no era hacerlo solo sino combinarlo con el barranco del Viandico, muy cerca el uno del otro y relativamente cortos, pero al final los planes se torcieron por culpa del tiempo y sólo pudimos hacer el primero.

FICHA DEL BARRANCO


Longiud: 800m
Desnivel: 120m
Aproximación: 15 minutos
Descenso: 1h
Retorno: 30minutos
Rapel más largo: 13 metros

APROXIMACIÓN

Desde el camping de Pineta ponemos rumbo a Escalona donde tomamos el desvío, justo en la rotonda de entrada al pueblo, hacia el Cañón de Añisclo por la HU-631. Seguimos por ella adentrándonos por el cañon, siempre en dirección al pueblo de Fanlo. Una vez llegamos al pueblo estacionamos el vehículo ya que la aproximación comienza aquí, por nuestra derecha, por un camino ancho de tierra en constante descenso hacia el cauce seco del río.
Nos pusimos los bañadores, las camisetas, escarpines y las Five Ten y cargados con las mochilas comenzamos a bajar el camino. No tiene pérdida. Un cartel de madera anunciando que el paso de vehículos está restringido (a nuestra izquierda) y una barrera metálica de color verde son perfectamente visibles desde la carretera.
Aunque llegamos a Fanlo con buen tiempo, mientras preparábamos el material se comenzó a nublar peligrosamente. Ya nos habían comentado en el camping la noche anterior que la previsión para toda la semana era de mal tiempo y lluvias por las tardes así que bajamos el tramo que nos separaba del lecho rocoso y seco del río a buen ritmo. Poco después de comenzar, nuestra izquierda, vemos un par de sendas, las que remontan desde el final del barranco.
Justo antes de llegar al fondo del valle, y también a la izquierda del camino, unas mojones de piedra señalan un pequeño atajo que se adentra entre los arbustos, llevándonos al inicio del barranco y al punto en el que hay que comenzar a ponerse el neopreno.

DESCENSO


Nada más empezar se nos puso a chispear un poco. Decidimos seguir porque el barranco es muy corto (no más de una hora) aunque eramos muy conscientes que si comenzaba a llover con ganas se nos podía complicar el asunto.
Llegamos al primero de los rápeles, el único obligado. La poza de recepción estaba bastante baja porque el caudal era poco intenso, lo que nos animó a seguir adelante pues seguía chispeando ahora algo más intensamente.
Montamos las cuerdas y Miriam bajó la primera. Lástima no haber traido la cámara acuática, los juegos de luces y sombras eran increibles e invitaban a apuntar con el objetivo a cualquier rincón! Una vez reunidos de nuevo en el fondo del barranco comenzamos a caminar entre estrechos pasillos y paredes que no parecían acabar nunca. Los siguientes resaltes los hicimos destrepando y casi sin darnos cuenta llegamos a la zona de oscuros.
Por encima de nosotros el cielo parecía romperse en mil pedazos y el estruendo de los truenos hacía retumbar las rocas de nuestro alrededor. Ahora el agua caía en cortina por las paredes arastrando con ella todo tipo de sedimentos.
Me giré y miré a Miriam para decirle: 'POR TU MADRE, CORRE!' A partir de ahí todo fue pasando muy rápido: Pasillos, destrepes, toboganes y algún que otro salto. No nos volvimos a parar a poner la cuerda, no había tiempo que perder.
Fue una pena tener que hacerlo tan rápido aunque el sonido de la tormenta, la tensión por una posible subida del agua, la humedad, la luz filtrada desde las alturas...el conjunto de todos los hechos individuales, la suma de todas la circunstancias, hizo de aquel momento algo irrepetible y único. Nuestro primer barranco juntos.
Casi sin darnos cuenta las paredes que nos mantenían atrapados en el interior del caudal se fueron abriendo para dar paso a una pequeña playa que marcaba el final del barranco.
Respiramos algo más traquilos. Ahora ya podía llover todo lo que le diese la gana.
No era el tipo de descenso que tenía en mente pero he de reconocer que acabó siendo infinitamente mejor: a Miriam le parecío mágica la combinación del barranco y la tormenta y no podía dejar de reir de ver mi cara, tenso como un palo de pensar en lo que se nos podía venir encima.
Pero bien está lo que bien acaba y allí estabamos ya quitándonos los neoprenos y con el camino de retorno a la vista. Lo que no sabía era si la 'rubia' se iba a reir tanto cuando viese lo que le esperaba! 

RETORNO

Por la izquierda del caudal una estrecha senda nos conduce muy rápidamente hacia los árboles y pronto se inclina para comenzar un duro ascenso. Aunque el camino no tiene pérdida deberemos ir levantando la mirada del suelo, en la medida de lo posible, para evitar las ramas, arbustos y ver algo más que no sean nuestros pies.
Pasados unos buenos 25 minutos llegaremos al camino principal, aquel por el que descendimos hasta el inicio del barranco. Ya no queda más que superar el último tramo que nos queda para llegar al coche.
Nos cambiamos y nos acercamos a un bar cercano a recuperar fuerzas. Bocata y cerveza para aplacar nuestra gula mientras contemplamos, sentados en la terraza, los restos de la tormenta que acababa de caer sobre nosotros. Silencio y quietud a veces rota por el bramido lejano de las nubes.
Nos hubiesemos quedado mucho más allí pero comenzaba a caer la tarde y aún teniamos el viaje de vuelta.
De camino paramos en un super de Bielsa a comprar algo y poder hacer así de cenar. Al final nos curramos unos macarronacos que estaban de vicio y lo acompañamos con una buena botella de vino que nos sentó de muerte!
Ya sólo nos quedaba perdernos entre las sábanas y dejarnos caer en brazos de Morpheo.

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