Llevabamos dos días disfrutando de la costa Brava, del sol, las calas, sus pueblos y de la gastronomía, por supuesto, pero yo, que quizás me pasa un poco como los gatos, ya tenía ganas de dejar atrás tanto mar y salir corriendo hacia mi montaña. Por suerte para mi Miriam es anfibia y tanto le gusta estar a remojo como ponerse a escalar paredes, es una todoterreno que se adapta mejor a los cambios que yo. Bueno, en realidad la idea original consistía en no cambiar demasiado de medio, ibamos a seguir pasados por agua (o eso pretendíamos) haciendo el barranco de Nuria, idea que tuvimos que descartar finalmente por la previsión de tiempo que havía para el fin de semana.
Pero con esa idea dejamos Cadaqués a eso de las 18:30 de la tarde del viernes para ir, con la calma, hasta Queralbs y pasar noche en la furgo. Por el camino nos llovió y la predicción para el día siguiente en la zona empeoró a partir de media mañana por lo que nuestra idea original se fue diluyendo poco a poco, no para desaparecer sino para cambiar de forma.
Ya que ibamos a estar allí y Miriam aún no había subido hasta la cima del Puigmal...¿por qué no pasar la noche en la Fontalba y subir a primera hora de la mañana?
Pues dicho y hecho, llegamos a Queralbs, cenamos en un bar cercano a la plaza y nada más acabar subimos la pista (12kms), ahora en buen estado, para pernoctar en plena naturaleza. Por el camino se nos cruzó un zorro que bajaba al pueblo en busca, seguramente, de algo de comida fácil y una vez arriba vimos que las vacas descansaban alrededor de los pocos coches que había. Pensamos que ibamos a estar sólos pero no, alguno más pensó lo mismo que nosotros así que hicimos el mínimo ruido posible para montar la cama y nos echamos rápidamente a dormir, eran las tantas!
FICHA
- Altitud mínima: 2070m (Fontalba).
- Altitud máxima: 2913m (Puigmal).
- Tiempo efectivo: 3h 30min.
- Dificultad: Fácil.
- Población cercana: Queralbs.
APROXIMACIÓN
Accederemos a la población de Queralbs desde Ribes de Freser por la carretera GIV-5217. Pasado el nuevo túnel y antes de entrar a la plaza del pueblo, donde termina la carretera, una pista afaltada sale de nuestra derecha de forma brusca y con una curva muy cerrada. En la misma curva hay un panel que indica 'FONTALBA'. Tomaremos esta pista y no la dejaremos hasta llegar a nuestro destino. Son aproximadamente 12kms bastante buenos si se hacen con calma, sin demasiada prisa, pues aunque al principio está asfaltado rápidamente este desaparece. Esperemos que esto no cambie. Una vez arriba hay que estacionar el vehículo, desde aquí comienza (en este caso) nuestra subida.
RECORRIDO
A las 06:30 de la mañana sonó el despertador, nos hicimos un poco los remolones pero fuera ya se escuchaba algo de actividad. Con pereza nos levantamos, nos abrigamos (el contraste de temperatura entre la costa y Queralbs es brutal) y mientras Miriam preparaba los bocatas yo iba recogiendo el colchón y los sacos.
Desayunamos rodeados de vacas y con unas vistas increibles. En las cimas ni un jirón de nube pero amenzante, bajo nosotros, un mar denso y blanco parecía querer engullirnos. Por si acaso cargamos las mochilas con las chaquetas, no las teníamos todas con nosotros.
Un camino evidente sale del párquing para adentrarse en el pequeño prado frente el que estacionamos la noche anterior. Tomamos éste para progresar fácilmente al principio y dejar atrás la bifurcación (a nuestra derecha) que nos llevaría hasta la Vall de Nuria desde la collada de la Fontalba. Se diferencian pues el camino a la cima es en constante ascenso y este otro desciende levemente para ir a buscar el Torrent del Puigmal. Este camino es el que queríamos haber tomado de vuelta después de subir a la cima pero el tiempo es el que manda en la montaña y finalmente tuvimos que descartar esa idea.
Subimos quizás demasiado rápido, las piernas no nos pesaban y nos fuimos comiendo los metros alegremente mientras haciamos fotos a diestro y siniestro.
Las vistas que teníamos del Puigmal eran de postal, sin nubes, pero el viento iba arrastrando hacia arriba las que se acumulaban a nuestra espalda haciéndolas rodar entre las cimas como si aquello no le provocara ningún esfuerzo. El Sol, que arrancó el día con la vitalidad habitual, ahora se esforzaba por aparecer tímidamente y cada vez con mayor brevedad sobre nosotros.
Llegamos al Cim de la Dou (2471m) en un abrir y cerrar de ojos pero más rápido llegó, y nos pasó, un corredor entrado en años que se paró a conversar con nosotros por aquello de darles algo de tiempo a los que venían con él pero muy por detrás. 'Abuelo'!! le gritaban, pero el abuelo les estaba dando caña a todos y siguió su ascenso en solitario después que se hubiesen acercado lo suficiente como para creer que lo iban a alcanzar. Nos deseamos suerte y cada uno por su lado.
Seguimos subiendo, descansando lo justo para echar un trago de vez en cuando, y casi sin darnos cuenta nos plantamos frente als Cingles del Celsofragi que superamos con un pequeño esfuerzo y con más de una 'ziga zaga' fruto de la fuerte pendiente que se adentraba entre las rocas.
En nada superamos este pequeño escollo, el último que nos separaba de la cima, ya sólo nos quedaban unos pocos metros para llegar. Pero en silencio, casi sin avisar, se nos echó en cima una espesa niebla que nos impedía ver lo que teniamos a pocos metros. Definitivamente no podriamos disfrutar de las vistas desde la cumbre, tal y como se había pronosticado el tiempo dio un giro de 180º y nos vimos obligados a poner la directa.
Y así se nos apareció la cima: tímida, silenciosa, escondida en aquella atmosfera enrarecida cuya quietud nos helaba los huesos. Únicamente alcanzabamos a oir el sonido de nuestras propias pisadas sobre los guijarros rotos por los que nos parecía levitar.
Intentamos captar aquel fantasmagórico momento, mantenerlo en nuestra memoria, retenerlo en una fotografía, pero el instante se esfumaba, etéreo como la bruma misma.
Fue entonces cuando decidimos no bajar hasta Núria para volver por el camino de la Fontalba. La humedad del ambiente se helaba sobre nuestro pelo y ropa y el tiempo empeoraba por momentos, no queríamos arriegarnos innecesareamente.
Así que después de descansar unos minutos y dejar nuestra huella en el libro que había en el buzón de la cumbre (Miriam escribió una buena parrafada) bajamos corriendo (de forma literal), por aquello de quitarnos el frio y la humedad, por el mismo camino por el que habíamos subido.
Bajamos como las cabras, trotando de piedra en piedra y esquivando a los inconscientes que seguían subiendo a pesar de lo que el cielo presagiaba. Como ordas de Orcos los veiamos avanzar precariamente, tropezando a cada paso y todos, sin escepción, nos preguntaban lo mismo: 'FALTA MUCHO?'.
No entiendo como no pasan más desgracias, la verdad. Hay que salir con unos mínimos: un mapa, haber mirado alguna reseña, llevar escrito uno apuntes, no se, lo típico que se ha hecho toda la vida. Con lo fácil que resulta ahora con los telefonazos que lleva la gente! Total, que lo dejo porque me desespero con este tema!!
Seguimos bajando y en un claro, aprovechando que ya estabamos cerca del coche y que el sol parecía abrirse paso entre las nubes, nos comimos los bocadillos que Miriam se había currado por la mañana. Tenían más relleno que pan y nos sentaron de lujo!
En unos pocos minutos más nos plantamos en la furgo, decargamos, nos cambiamos y sin apartar la vista del cielo, intentando adivinar donde se escondía la cumbre del Puigmal, dejamos la Fontalba para emprender el camino a casa.
Seguro que volveremos otra vez, de eso no me cabe la menor duda.
RECORRIDO
A las 06:30 de la mañana sonó el despertador, nos hicimos un poco los remolones pero fuera ya se escuchaba algo de actividad. Con pereza nos levantamos, nos abrigamos (el contraste de temperatura entre la costa y Queralbs es brutal) y mientras Miriam preparaba los bocatas yo iba recogiendo el colchón y los sacos.
Desayunamos rodeados de vacas y con unas vistas increibles. En las cimas ni un jirón de nube pero amenzante, bajo nosotros, un mar denso y blanco parecía querer engullirnos. Por si acaso cargamos las mochilas con las chaquetas, no las teníamos todas con nosotros.
Un camino evidente sale del párquing para adentrarse en el pequeño prado frente el que estacionamos la noche anterior. Tomamos éste para progresar fácilmente al principio y dejar atrás la bifurcación (a nuestra derecha) que nos llevaría hasta la Vall de Nuria desde la collada de la Fontalba. Se diferencian pues el camino a la cima es en constante ascenso y este otro desciende levemente para ir a buscar el Torrent del Puigmal. Este camino es el que queríamos haber tomado de vuelta después de subir a la cima pero el tiempo es el que manda en la montaña y finalmente tuvimos que descartar esa idea.
Subimos quizás demasiado rápido, las piernas no nos pesaban y nos fuimos comiendo los metros alegremente mientras haciamos fotos a diestro y siniestro.
Las vistas que teníamos del Puigmal eran de postal, sin nubes, pero el viento iba arrastrando hacia arriba las que se acumulaban a nuestra espalda haciéndolas rodar entre las cimas como si aquello no le provocara ningún esfuerzo. El Sol, que arrancó el día con la vitalidad habitual, ahora se esforzaba por aparecer tímidamente y cada vez con mayor brevedad sobre nosotros.
Llegamos al Cim de la Dou (2471m) en un abrir y cerrar de ojos pero más rápido llegó, y nos pasó, un corredor entrado en años que se paró a conversar con nosotros por aquello de darles algo de tiempo a los que venían con él pero muy por detrás. 'Abuelo'!! le gritaban, pero el abuelo les estaba dando caña a todos y siguió su ascenso en solitario después que se hubiesen acercado lo suficiente como para creer que lo iban a alcanzar. Nos deseamos suerte y cada uno por su lado.
Seguimos subiendo, descansando lo justo para echar un trago de vez en cuando, y casi sin darnos cuenta nos plantamos frente als Cingles del Celsofragi que superamos con un pequeño esfuerzo y con más de una 'ziga zaga' fruto de la fuerte pendiente que se adentraba entre las rocas.
En nada superamos este pequeño escollo, el último que nos separaba de la cima, ya sólo nos quedaban unos pocos metros para llegar. Pero en silencio, casi sin avisar, se nos echó en cima una espesa niebla que nos impedía ver lo que teniamos a pocos metros. Definitivamente no podriamos disfrutar de las vistas desde la cumbre, tal y como se había pronosticado el tiempo dio un giro de 180º y nos vimos obligados a poner la directa.
Y así se nos apareció la cima: tímida, silenciosa, escondida en aquella atmosfera enrarecida cuya quietud nos helaba los huesos. Únicamente alcanzabamos a oir el sonido de nuestras propias pisadas sobre los guijarros rotos por los que nos parecía levitar.
Intentamos captar aquel fantasmagórico momento, mantenerlo en nuestra memoria, retenerlo en una fotografía, pero el instante se esfumaba, etéreo como la bruma misma.
Fue entonces cuando decidimos no bajar hasta Núria para volver por el camino de la Fontalba. La humedad del ambiente se helaba sobre nuestro pelo y ropa y el tiempo empeoraba por momentos, no queríamos arriegarnos innecesareamente.
Así que después de descansar unos minutos y dejar nuestra huella en el libro que había en el buzón de la cumbre (Miriam escribió una buena parrafada) bajamos corriendo (de forma literal), por aquello de quitarnos el frio y la humedad, por el mismo camino por el que habíamos subido.
Bajamos como las cabras, trotando de piedra en piedra y esquivando a los inconscientes que seguían subiendo a pesar de lo que el cielo presagiaba. Como ordas de Orcos los veiamos avanzar precariamente, tropezando a cada paso y todos, sin escepción, nos preguntaban lo mismo: 'FALTA MUCHO?'.
No entiendo como no pasan más desgracias, la verdad. Hay que salir con unos mínimos: un mapa, haber mirado alguna reseña, llevar escrito uno apuntes, no se, lo típico que se ha hecho toda la vida. Con lo fácil que resulta ahora con los telefonazos que lleva la gente! Total, que lo dejo porque me desespero con este tema!!
Seguimos bajando y en un claro, aprovechando que ya estabamos cerca del coche y que el sol parecía abrirse paso entre las nubes, nos comimos los bocadillos que Miriam se había currado por la mañana. Tenían más relleno que pan y nos sentaron de lujo!
En unos pocos minutos más nos plantamos en la furgo, decargamos, nos cambiamos y sin apartar la vista del cielo, intentando adivinar donde se escondía la cumbre del Puigmal, dejamos la Fontalba para emprender el camino a casa.
Seguro que volveremos otra vez, de eso no me cabe la menor duda.